café para llevar
Ayer pasé por una cafetería frente al mercado de Antón Martín y pedí un café con leche en un vasito de plástico, para llevar. Un tipo enorme, de aproximadamente cincuenta años, con un bigote muy tupido, me sirvió el café y me preguntó si quería la leche bien caliente. Le dije que sí. Me preguntó si quería azúcar.
La segunda pregunta me extrañó -generalmente hay un azucarillo con una cuchara en el plato y uno decide, sin más- pero volví a contestar que sí. Para mi sorpresa, el hombre abrió el sobre, vertió lentamente el contenido en el vaso, y lo revolvió durante un buen rato....me quedé atónito. Sólo una tía abuela soltera hace una cosa así.
Sigo sin estar seguro de si el gesto del hombre me pareció un atentado a mi intimidad, una porquería, o quizás un detalle por su parte. Pero no me cabe duda de que me produjo morbo, muchísimo morbo, y seguro que repetiré café para llevar la próxima vez que pase por ahí.
La segunda pregunta me extrañó -generalmente hay un azucarillo con una cuchara en el plato y uno decide, sin más- pero volví a contestar que sí. Para mi sorpresa, el hombre abrió el sobre, vertió lentamente el contenido en el vaso, y lo revolvió durante un buen rato....me quedé atónito. Sólo una tía abuela soltera hace una cosa así.
Sigo sin estar seguro de si el gesto del hombre me pareció un atentado a mi intimidad, una porquería, o quizás un detalle por su parte. Pero no me cabe duda de que me produjo morbo, muchísimo morbo, y seguro que repetiré café para llevar la próxima vez que pase por ahí.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home