sábado, abril 15, 2006

setenta y seis

Desde que me falta la respiración cada vez que miro el calendario con los días que me quedan, he decidido sutituir el café matutino por una taza de té que me permite hacer inhalaciones y conseguir que el oxígeno me llegue hasta los pulmones.

Los teléfonos no pararon de sonar a lo largo del día de ayer. Por un lado llamadas del extranjero de amigos con los que hacía tiempo no hablaba y por otro, llamadas locales variadas proponiéndome diversidad de planes a los que me costó decir que no. Después de comer y cuando todo parecía haber vuelto a una presunta armonía, una llamada de emergencia de Walter² me obligó a desplazarme al Paquebote para sacarle de un apuro. Ahí estaba todo el mundo trabajando en una atmósfera de equilibrio imperfecto que me motivó a regresar raudo a mi lugar de trabajo a ponerme con lo mío.

Hoy un poquito más. Dejaré reposar lo que he estado haciendo y atacaré por otros flancos. Pasado mañana contrastaré lo que tenga para decidir qué llevar a la cita del Miércoles, y ponerme a prepararlo.