jueves, junio 01, 2006

veintinueve

Ya es un ritual acercarme al banco el primer día de cada mes para consignar lo correspondiente al alquiler y aprovechar la ocasión para dar un paseo por el barrio.

En el quiosco de la prensa saludo a Tere y recojo las últimas entregas del coleccionable que ella me guarda rigurosamente. Paso por la droguería para comprar jabón, desodorante, pasta dentífrica y escuchar los progresos de Almudena con su régimen alimenticio. Saludo a mi tocaya de la pollería, comento el clima y pido media docena de huevos y una pechuga cortada en filetes. Le explico al de la tintorería que he vuelto a perder el recibo. Compro en la frutería de Walter unas manzanas Fuji y lo que hace falta en casa, y todo cargado me voy a desayunar lo de siempre en la cafetería de Jose para oír su ‘buenos días chavalote’.

En el camino de vuelta pienso siempre en la ascendiente prosperidad de mi vida social.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

me encantan los rituales urbanos que te hacen sentir como si viviéses en un pueblo. este fenómeno es muy de madrid.

2/6/06 21:32  
Blogger uno said...

Mal; el encanto de Madrid es que hay aspectos en los que todavía sigue siendo una villa.

4/6/06 21:32  

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