conjunto
Querido Walter,
si tuviera que convencerte de que es Viernes por la noche y estoy en el Lincoln Laundromat escribiéndote estas líneas con una con una Negra Modelo -que no una modelo negra, que podría ser, pero me conoces bien para saber que ni lo uno ni lo otro, aunque lo primero tiene más que ver con el género que con el color- metida entre una bolsa de papel, mientras se seca mi ropa, no lo conseguiría: dirías que eso sólo cosas solo ocurre en Cosas que Nunca te Dije. A las seis, después del cuarto café, le dije a Teresa que tenía energía como para atravesar el puente de Brooklyn de ida y vuelta y llegar a la clase de Horton de las siete y media, pero en realidad el subidón me alcanzó para apenas bajar las escaleras del metro y subirme al siguiente tren con destino a casa.
Esta semana ha estado repleta de acontecimientos: aparte de mis clases varias -incluido el madrugón de cada mañana para llegar a la clase en Alvin Ailey antes de que aparezcan las sílfides y me dejen sin sitio- visité una exposición preciosa de Rembrandt y sus Contemporáneos en el Met, tomé unos gintocs en un lujoso apartamento en Park Avenue donde me resultó una invitación a una fiesta de Halloween este fin de semana, ví un adelanto del repertorio que bailará el American Ballet Theatre esta temporada en el Lincoln Center (mientras digas una palabra que termine en politan o menciones el nombre de algún expresidente, da igual lo que digas que tiene glamour), envié una solicitud de ingreso para el programa de Teatro Musical del Royal Academy of Music en Londres (en Inglaterra la palabras mágicas son Saint y Royal) y hasta ligué por la calle. Es lo que tiene vivir en Nueva York.
Mr. Myers insistió en la importancia de saber en qué consiste la inercia de cada gesto aislado, pero enfatizó que de nada sirve cuando uno no es consciente de la estructura que tiene el conjunto movimientos. Y eso aplicado a mi vida es a lo que he estado dándole vueltas toda esta semana.
Hasta pronto
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