sábado, octubre 27, 2007

conjunto

Querido Walter,

si tuviera que convencerte de que es Viernes por la noche y estoy en el Lincoln Laundromat escribiéndote estas líneas con una con una Negra Modelo -que no una modelo negra, que podría ser, pero me conoces bien para saber que ni lo uno ni lo otro, aunque lo primero tiene más que ver con el género que con el color- metida entre una bolsa de papel, mientras se seca mi ropa, no lo conseguiría: dirías que eso sólo cosas solo ocurre en Cosas que Nunca te Dije. A las seis, después del cuarto café, le dije a Teresa que tenía energía como para atravesar el puente de Brooklyn de ida y vuelta y llegar a la clase de Horton de las siete y media, pero en realidad el subidón me alcanzó para apenas bajar las escaleras del metro y subirme al siguiente tren con destino a casa.

Esta semana ha estado repleta de acontecimientos: aparte de mis clases varias -incluido el madrugón de cada mañana para llegar a la clase en Alvin Ailey antes de que aparezcan las sílfides y me dejen sin sitio- visité una exposición preciosa de Rembrandt y sus Contemporáneos en el Met, tomé unos gintocs en un lujoso apartamento en Park Avenue donde me resultó una invitación a una fiesta de Halloween este fin de semana, ví un adelanto del repertorio que bailará el American Ballet Theatre esta temporada en el Lincoln Center (mientras digas una palabra que termine en politan o menciones el nombre de algún expresidente, da igual lo que digas que tiene glamour), envié una solicitud de ingreso para el programa de Teatro Musical del Royal Academy of Music en Londres (en Inglaterra la palabras mágicas son Saint y Royal) y hasta ligué por la calle. Es lo que tiene vivir en Nueva York.

Mr. Myers insistió en la importancia de saber en qué consiste la inercia de cada gesto aislado, pero enfatizó que de nada sirve cuando uno no es consciente de la estructura que tiene el conjunto movimientos. Y eso aplicado a mi vida es a lo que he estado dándole vueltas toda esta semana.

Hasta pronto

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lunes, octubre 15, 2007

equilibrio

Querido Walter,

la semana pasada empezó bien, pero fue mejorando poco a poco. Walter Tzará subió desde Washington para hacer una entrevista en la Gran Manzana y aprovechamos para pasar tiempo juntos. Caminamos, comimos, charlamos y fuimos a la Opera ahora que en el Met ha comenzado la temporada.

Las Bodas de Fígaro es uno de los montajes que desde hace tiempo tenía ganas de ver: compuesta por Mozart y basada en la segunda de las obras literarias de la trilogía de Lorenzo da Ponte, narra las aventuras de un tal Fígaro en la Sevilla de finales del siglo XVIII. La agilidad de la música, el tono cómico -muy shakesperiano- del que está impregnada la historia y la naturaleza coral de la obra, hace que no resulte pesada como a veces ocurre con otros montajes de este género. Me divertí oyendo cantar arias que me resultaban familiares, me deleité con la sutileza de la escenografía y el vestuario, y por qué no, con la idea de que yo era uno de los cortesanos que caminaba por el suelo inclinado del palacio de los Condes de Almaviva.

Las clases estuvieron bien y tengo la sensación de haber ido recuperando la retentiva poco a poco. Hay que aprender a aprender y ello tiene también su proceso. Esta mañana Mr. Myers habló de la importancia de aprender a mantener el equilibrio aún cuando el centro se desplaza con respecto al eje y ahora, mientras escribo estas líneas, pienso en que ese viene siendo mi trabajo en las últimas semanas a raíz de las migraciones, y sobre todo con los movimientos tectónicos producidos por la fugaz visita de La Reina.

La vida en casa con Mamola es agradable a pesar de que los trenes de la Línea uno pareciera que pasan frente a mi ventana. El tiempo ha cambiado notablemente y parece que empieza el otoño en Nueva York.

Un abrazo

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lunes, octubre 08, 2007

universo latino

Querido Walter,

hace poco m/as de una semana que regres/e a Nueva York y desde entonces todos mis esfuerzos han estado dirigidos a reconectarme con la ciudad, y sobretodo, a encontrar un lugar para vivir.

He tenido mucha suerte y Walter Mamola me ofreci/o alquilarme la habitaci/on adicional que tiene su apartamento, all/a donde Morningside Heights se convierte en Harlem. Tal vez estuviese mejor situado antes, cuando viv/ia por Union Square, pero no tengo ninguna duda en que ser/a agradable compartir la casa con Mamola y estar rodeado del universo latino que se mueve en estas coordenadas.

Esta misma ma(n)ana estuve en Mi Floridita tomando un caf/e con tostadas a la plancha mientras mi ropa giraba a alta temperaturas en la secadora del Lincoln Laundromat, y acompa(n)ado por alguna canci/on de Celia cruz o Tito Puente, organic/e mis clases de esta semana y pens/e en lo fel/iz que estoy de estar de vuelta.

Cuando termine de escribir estas l/ineas, comer/e filetes de pollo con arroz blanco antes de bajar a la setenta y cuatro con Broadway a tomar la primera clase de la temporada; una sesi/on de Theatre Dance con uno de los disc/ipulos de Bob Fosse. Rematar/e la tarde con una sesi/on multi/etnica de Claqu/e en el garaje de Harlem con Dormeshia y los japos y llegar/e a casa arrastrando los pies con apenas energ/ia de prepararme algo para cenar antes de irme a dormir.

Escribe pronto!

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