miércoles, diciembre 12, 2007

reflejo

Walter,

me alegro de haber tomado la decisión de pasar unos días por Londres antes de regresar a casa. Pero que tonterías digo si soy el hombre nómada y mi cuerpo es mi templo, y cuando llegue a Madrid tendré que buscar algo rápido porque en el palacio de La Reina no hay espacio más que para una capilla, por mucho que ella diga lo contrario.

Pero lo que te iba a contar es que fue un placer aterrizar en el Viejo Continente, fundamentalmente porque todo es más silencioso y la gente está más relajada. De hecho ves a la gente peseando tranquilamente, fumando un cigarrillo, o incluso hablando entre ellos mientras caminan, cosa que me sorprendió que me sorprendiese. Pero así es, porque allá de donde vengo, cada cual está sumergido en su mundo y apenas se percatan lo que los rodea.

Llegué a Chez Fadión donde fui recebido calurosamente e hicimos cosas normales como prepar la cena y charlar mientras comíamos, sobre lo que ha pasado en este tiempo que hemos estado sin vernos. Apenas pude llamé a los British Walters y enseguida me hicieron un hueco para vernos, y debo decir que semejante inmediatez me dejó pasmado ya que allá de donde vengo los encuentros se postergan y en muchos casos nunca llegan siquiera a producirse.

Esta mañana, en el escaparate de una tienda ví una de esas imagenes preciosas de Manhattan donde uno puede ver el Edificio Chrysler y el Puente de Brooklyn, y por un instante se me vinieron a la cabeza los momentos mágicos que allí viví, pero cuando me acerque sólo veía el reflejo de Trafalgar Square que estaba detrás mío.

Ya queda menos para vernos!

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jueves, noviembre 22, 2007

San Guibin

Amigo Querido,

hoy el pa/is enterero est/a en pausa para celebrar el d/ia de San Guibi. Y debe ser que los gringos sienten gran devoci/on por este santo, porque hasta el McDonalds de la esquina est/a cerrado. Y si estuviera en Madrid estar/ia contento, porque habr/ia llamado a alguno de los Walters y nos hubi/eramos inventado alg/un plan divertido para el puente, pero ac/a me repatea, porque las calles est/an desiertas y todo est/a cerrado. Menos mal que Dolora estaba colgada como yo y accedi/o a venir a casa a pasar la tarde conmigo y cocinar algo difeente y ver alguna peli.

Considerado que me queda menos de un mes ac/a, /ultimamente me esfuerzo por vivir intensamente cada momento. Si por la ma(n)ana me duelen las piernas o no me apetece ir a la clase de Mr. Myers pienso en que dentro de nada no lo voy a tener a tiro de piedra y eso me anima a seguir con la fuerza de cuando todo est empez/o, y levantarse a las seis y media no representaba esfuerzo alguno. En los /ultimos d/ias he notado que avanzo cada vez m/as r/apido y que los procesos que antes duraban una semana, ahora duran un d/ia, y que los hallazgos de la clase de Horton me sirve para todo y que despu/es de todo estoy empezando a conectar. Seis meses m/as habr/ian sido ideales, pero aparte de que la visa de turista caduca y el dinero se me esta acabando, va a estar bien una primera toma de contacto con la otra realidad.

El Viernes pasado Golda dio una fiesta en la terraza del piso cincuenta y cuatro, de su edificio de la cincuenta y siete con Lexington. Estuve ayud/andole con los preparativos desde temprano y observando atentamente el paso de un d/ia sobre la ciudad. No era la primera vez que pasaba el d/ia en esa terraza, pero la luz es m/as dram/atica en el oto(n)o y los colores de la ciudad producen una imagen alucinante. Caida la noche, me un/i al convite y disfrut/e de la comida, las copas, las vistas como un invitado m/as.

Me quedan un par de cosas por contar, pero acaba de llegar Dolora y no me queda m/a remedio que acabar. Por ahora.

Un besazo

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lunes, noviembre 12, 2007

estrella emergente


Walter,

el viernes pasado estaba reventado cuando llamó Golda -que es una amiga de La Reina a quien conozco desde hace años y con quien me entiendo especialmente bien- para invitarme a una de las fiestas que se celebran el primer viernes de cada mes en el Guggenheim. Lo dudé porque la fiesta de Halloween del fin de semana anterior había sido muy cool y todo lo que quieras, disfraces estupendos – el mío era un crossover entre una de las putas de Sweet Charity y el matón de La Naranja Mecánica, y el elemento principal consistía en unos tacones que me prestó Walter Mamola y que no tenía nada que envidiar a los de las Nancys Rubias- y un local impresionante, pero la música fue pésima y a mí me resultó todo bastante coñazo.

Pero lo del Guggenheim fue diferente y empezó cuando enseñamos la tarjeta de socia de Golda y nos hicieron pasar un sala pequeña repleta de retratos de los Expresionistas Abstractos, Andy Warhol, Sol Lewitt, Alexander Calder, y demás artistas de esos años en los que el Arte gringo llegó a la cumbre. Ahí estuvimos un buen rato bebiendo cocteles rosados que nos servían en copas de Martini mientras discutíamos sobre la democratización del arte, de la moda, y de todo aquello que antes no estaban al alcance de la gente y que ahora, en la era digital, lo está. Entrados en calor nos fuimos a recorrer el museo al son de una música buenísima caminando por una rampa elicoidal que ascendía tanto como los cocteles que habíamos ingerido. En la trayectoria de aquella espiral etílica me encontré con antiguos compañeros del colegio a quienes veo con cierta frecuencia desde que estoy acá, con mi prima Valentina y con Inés la de las Pizzas: una antigua compañera de la Escuela de Arquitectura de Madrid que estaba acompañada por un tío grande y simpático con quien terminé desayunado a la mañana siguiente y a quien he vuelto a ver, intermitentemente, en el transcurso de esta semana pasada.

El sábado por la tarde sonó el teléfono y pasé de estar preocupado por estar quedándome sin plata, a estar preocupado de estar quedándome sin tiempo, porque a las nueve de la mañana siguiente estaba sentado frente a una pantalla plana en el piso veintidós de una torre en la treinta y cuatro con octava, trabajando para unos arquitectos que necesitaban que alguien les echara una mano para llegar a una entrega que se les había salido de las manos. Fueron tres días intensos en los que me di cuenta de que dibujar con Autocad es como montar en bicicleta: no se olvida; que las noches sin dormir son parte irremediable del oficio del Arquitecto, aquí y en Pekín; y de que en caso de emergencia siempre me queda un recurso antes de tener que ir a despatarrarme al Meatpacking District.

El viernes ya estaba de vuelta en mi vida de estrella emergente de Harlem, con agujetas por todas partes y una tonelada de ropa sucia. Al caer la noche, me bajé al Lincoln Laundromat y antes de las doce ya estaba contando ovejas arropado hasta la cabeza.

Un beso

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sábado, octubre 27, 2007

conjunto

Querido Walter,

si tuviera que convencerte de que es Viernes por la noche y estoy en el Lincoln Laundromat escribiéndote estas líneas con una con una Negra Modelo -que no una modelo negra, que podría ser, pero me conoces bien para saber que ni lo uno ni lo otro, aunque lo primero tiene más que ver con el género que con el color- metida entre una bolsa de papel, mientras se seca mi ropa, no lo conseguiría: dirías que eso sólo cosas solo ocurre en Cosas que Nunca te Dije. A las seis, después del cuarto café, le dije a Teresa que tenía energía como para atravesar el puente de Brooklyn de ida y vuelta y llegar a la clase de Horton de las siete y media, pero en realidad el subidón me alcanzó para apenas bajar las escaleras del metro y subirme al siguiente tren con destino a casa.

Esta semana ha estado repleta de acontecimientos: aparte de mis clases varias -incluido el madrugón de cada mañana para llegar a la clase en Alvin Ailey antes de que aparezcan las sílfides y me dejen sin sitio- visité una exposición preciosa de Rembrandt y sus Contemporáneos en el Met, tomé unos gintocs en un lujoso apartamento en Park Avenue donde me resultó una invitación a una fiesta de Halloween este fin de semana, ví un adelanto del repertorio que bailará el American Ballet Theatre esta temporada en el Lincoln Center (mientras digas una palabra que termine en politan o menciones el nombre de algún expresidente, da igual lo que digas que tiene glamour), envié una solicitud de ingreso para el programa de Teatro Musical del Royal Academy of Music en Londres (en Inglaterra la palabras mágicas son Saint y Royal) y hasta ligué por la calle. Es lo que tiene vivir en Nueva York.

Mr. Myers insistió en la importancia de saber en qué consiste la inercia de cada gesto aislado, pero enfatizó que de nada sirve cuando uno no es consciente de la estructura que tiene el conjunto movimientos. Y eso aplicado a mi vida es a lo que he estado dándole vueltas toda esta semana.

Hasta pronto

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lunes, octubre 15, 2007

equilibrio

Querido Walter,

la semana pasada empezó bien, pero fue mejorando poco a poco. Walter Tzará subió desde Washington para hacer una entrevista en la Gran Manzana y aprovechamos para pasar tiempo juntos. Caminamos, comimos, charlamos y fuimos a la Opera ahora que en el Met ha comenzado la temporada.

Las Bodas de Fígaro es uno de los montajes que desde hace tiempo tenía ganas de ver: compuesta por Mozart y basada en la segunda de las obras literarias de la trilogía de Lorenzo da Ponte, narra las aventuras de un tal Fígaro en la Sevilla de finales del siglo XVIII. La agilidad de la música, el tono cómico -muy shakesperiano- del que está impregnada la historia y la naturaleza coral de la obra, hace que no resulte pesada como a veces ocurre con otros montajes de este género. Me divertí oyendo cantar arias que me resultaban familiares, me deleité con la sutileza de la escenografía y el vestuario, y por qué no, con la idea de que yo era uno de los cortesanos que caminaba por el suelo inclinado del palacio de los Condes de Almaviva.

Las clases estuvieron bien y tengo la sensación de haber ido recuperando la retentiva poco a poco. Hay que aprender a aprender y ello tiene también su proceso. Esta mañana Mr. Myers habló de la importancia de aprender a mantener el equilibrio aún cuando el centro se desplaza con respecto al eje y ahora, mientras escribo estas líneas, pienso en que ese viene siendo mi trabajo en las últimas semanas a raíz de las migraciones, y sobre todo con los movimientos tectónicos producidos por la fugaz visita de La Reina.

La vida en casa con Mamola es agradable a pesar de que los trenes de la Línea uno pareciera que pasan frente a mi ventana. El tiempo ha cambiado notablemente y parece que empieza el otoño en Nueva York.

Un abrazo

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lunes, octubre 08, 2007

universo latino

Querido Walter,

hace poco m/as de una semana que regres/e a Nueva York y desde entonces todos mis esfuerzos han estado dirigidos a reconectarme con la ciudad, y sobretodo, a encontrar un lugar para vivir.

He tenido mucha suerte y Walter Mamola me ofreci/o alquilarme la habitaci/on adicional que tiene su apartamento, all/a donde Morningside Heights se convierte en Harlem. Tal vez estuviese mejor situado antes, cuando viv/ia por Union Square, pero no tengo ninguna duda en que ser/a agradable compartir la casa con Mamola y estar rodeado del universo latino que se mueve en estas coordenadas.

Esta misma ma(n)ana estuve en Mi Floridita tomando un caf/e con tostadas a la plancha mientras mi ropa giraba a alta temperaturas en la secadora del Lincoln Laundromat, y acompa(n)ado por alguna canci/on de Celia cruz o Tito Puente, organic/e mis clases de esta semana y pens/e en lo fel/iz que estoy de estar de vuelta.

Cuando termine de escribir estas l/ineas, comer/e filetes de pollo con arroz blanco antes de bajar a la setenta y cuatro con Broadway a tomar la primera clase de la temporada; una sesi/on de Theatre Dance con uno de los disc/ipulos de Bob Fosse. Rematar/e la tarde con una sesi/on multi/etnica de Claqu/e en el garaje de Harlem con Dormeshia y los japos y llegar/e a casa arrastrando los pies con apenas energ/ia de prepararme algo para cenar antes de irme a dormir.

Escribe pronto!

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viernes, mayo 11, 2007

parte

Querido Walter,

no entiendo muy bien los motivos, pero a veces, en la mitad del día, se me hace un nudo en el pecho y me entran unas profundas ganas de llorar. No creo que sea de tristeza porque me siento muy estimulado por la ciudad y felíz con todo lo que está pasando a mi alrededor; pienso más bien que tiene que ver con la asimilación de que mi vida está teniendo un punto de inflexión, y que las decisiones que tome en este momento van a condicionar en gran medida los próximos años. La melancolía que siento tiene que ver con que sólo han pasado tres semanas y ya me siento parte de todo esto.

Nueva York me resulta cómoda. Es impersonal y agotadora pero es como si fuera el momento propicio para estar aquí. Y no lo digo sólo por mí; en esta época del año todo vuelve a nacer y uno cree que nunca antes se ha sentido así. Y los parques se llenan de gente, y hay música por todas partes, y se respira alegría en el ambiente.

Podría entrar en los detalles de mis clases de canto, de la gente que he conocido, los entrenamientos de Claqué, los paseos por Central Park y las discusiones con los Walters, pero como hechos aislados no tienen tanta importancia; son valiosos en tanto en cuanto hacen parte de estar aquí.

Saludos

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miércoles, mayo 02, 2007

no+se

Querido Walter,

llevo d/ias intentando encontrar un espacio para senatrme a escribirte esta peque(n)a nota, pero desde que llegu/e, la emoci/on de los acontecimientos en esta gran ciudad me hab/ia impedido encontrar un momento para hacerlo.

El rencuentro con mis amigos ha sido muy emocionante; a Walter Tzar/a lo hab/ia visto durante una visita a Colombia en la Navidad del 2004 y desde entonces no hab/ian pasado cosas demasiado significativas en la vida de ambos, pero con Walterado sin embargo, no hab/ia compartido demasiado tiempo desde que eramos mejores amigos en el colegio, y ten/ia la sensaci/on de que en la vida de ambos muchas cosas hab/ian cambiado desde entonces.

Walter Tzar/a vive al noroeste de Manhattan y aspira a convertirse en consultor de un organismo internacional. Walterado es artista y se gana la vida como profesor de arte en una universidad al sureste de la ciudad. Me las arreglo para compartir tiempo con ambos a pesar de estar hospedado principalmente en casa del primero, quien comparte un piso peque(n)o en el barrio residencial que circunda la universidad de Columbia en el v/ertice superior izquierdo de Central park.

Por las ma(n)anas me levanto pronto, lleno de emoci/on y me lanzo a la calle a recorrer la ciudad y como los Walters tienen sus vidas organizadas, me adapto para coincidir con alguno a la hora de comer, para tomar un caf/e a media tarde o para cenar en alguna de las terrazas que han abierto desde que empez/o el buen tiempo.

Empieza un nuevo cap/itulo en mi vida y la idea de estar aqu/i sin haber dejado atr/as nada pendiente me hace sentir libre. Y muy fel/iz.

Un abrazo

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domingo, abril 29, 2007

cartas a walter

Es bueno que en la vida haya muchos ciclos y ahora, en mi vida, comienza uno nuevo.
Estas cartas pretenden ser un canal de 5.779 kilometros de longitud a traves del cual, a pesar de las tildes y las e(n)es , podamos seguir comunicandonos.

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