Si yo consideraba a más de cuatro de los Walters reunidos, un acontecimiento singular, lo de la otra noche fue con seguridad un fenómeno cósmico.
Me vestí con prisa para llegar a tiempo al punto de encuentro dónde sólo estaba Lucky Walter. Dado que la impuntualidad intermitente es un hábito muy propio de todo Walter, tuvimos oportunidad de conversar sobre las cosas que tenemos en común, las penas y alegrías de El Primo Walter y su viaje a Nueva York.
Empezamos a calentar motores con unos gintocs en un bar del centro y al cabo de un rato llegó Walter Wilde, sin barba, derrochando alegría junto a Walter Cram; si a primera vista pensé que era más tieso que el palo de una escoba, me llevó poco tiempo descubrir al Walter que llevaba dentro.
Hablábamos de películas que nunca vi, practicas sexuales que nunca realicé y discotecas en las que nunca estuve, todo con el alto nivel intelecultural propio de esta comitiva, mientras esperábamos expectantes la hora de la actuación bailable a la que teníamos previsto asistir.
Ya en la puerta del lugar, se unió a nosotros Walter² con una amiga y el andar propio de alguien que empieza una nueva vida. Llegaron también Walter Petrovsky y El Auténtico Walter excitados por el acontecimiento que estaba a punto de comenzar. A última hora el quórum lo completaron La Chuta, Walter J y Walter A.
Electro Pop, reconciliaciones, calor, amigos, música variopinta, besos, travestis, y encuentros sorpresa caracterizaron una de las noches más divertidas de los últimos meses.