miércoles, junio 21, 2006

nueve

Cada cierto tiempo Manuela me pide que lleve a clase una canción para montar con el pianista e ir armando así mi repertorio. Pensé entonces que la mañana en que regresé a casa tras la cegadora cita con Snow, era un buen momento para hacerlo.

Probé con What a Diff’rence a Day Makes, pero después de ensayarla toda la tarde, sin noticias aún de Snow, me resultaba demasiado lenta y preferí irme a dormir para dejarla reposar.

A la mañana siguiente encontré entre mis partituras una versión de Let’s Do It que tras tararear unas cuantas veces, me animó a hacer un discreto y contenido llamado de atención.

Pero llegada la hora de la cena, sin hambre y sin señal alguna de Snow, me decidí por una que a pesar de conocer bastante bien, todavía me resulta difícil de cantar. La canción termina así:

So good-bye, dear, bye and amen
here's hopin' we'll meet now and then
It was great fun
but it was just one of those things
great fun
but just one of those things*


*PORTER, Cole. Just One Of Those Things. 1935.

lunes, junio 19, 2006

once

Sábado 17 de Junio/ Plaza de Colón/ 5’36 PM
ring…...ring…...ring…... has llamado al seis cinco nue

Sábado 17 de Junio/ Plaza de Las Cortes/ 6’48 PM
riiing……..riiing……..riiing……..has llamado al seis cinco nueve, dos tres tres, nueve nue

Sábado 17 de Junio/ Parque de El Retiro/ 7’22 PM
riiiiing…...riiiiiiing…...riiiiing…...has llamado al seis cinco nueve, dos tres tres, nueve nueve dos, en este momento no puedo contestar. Deja tu mensaje después de la señal…...beeep….....Snow...espero que esta llamada no te pille por sorpresa. Antes de irse a Roma, Ness y Norman me pasaron tu teléfono, y después de darle muchas vueltas me he atrevido a llamar: al fin y al cabo, no tengo nada que perder. Sólo quería saludar y decirte que me avises si te animas a la cita a ciegas. Ahora tú también tienes mi teléfono.

martes, junio 13, 2006

diecisiete

Entre el psicoanálisis y la lírica, desde hace tiempo me decanté por lo segundo. Desde entonces invierto el equivalente a la cuota mensual de terapia, en unas fabulosas clases en las que Manuela me enseña a apoyar, colocar y sacar mi voz con su máxima potencia.
Desde entonces cuando en La Persecución los malos están a punto de alcanzarme, emito un fuerte sonido -parecido al que emiten los cisnes antes de morir- que me catapulta del mundo de los sueños al mundo real en cuestión de segundos. Y aunque sea liberador, esto del canto puede ser también un arma de doble filo, porque alguna vez he tenido que presenciar cómo algún acompañante nocturno, a media noche en pleno invierno, huía, sorprendido por mis dotes líricos.
Hace unos días asistí al estreno del montaje de una ópera de Poulenc en la que trabajaba El Auténtico Walter, que bajo el título Dialogues des Carmélites, narra la historia de unas monjas que en tiempos de la Revolución Francesa fueron perseguidas y finalmente ejecutadas mientras cantaban todas juntas la Salve regina a todo pulmón. Debió dejar huella en mi subconsciente porque anoche, sobre las cuatro y treinta de la madrugada me desperté dando un Do de pecho tras el cual no pude volverme a dormir.

domingo, junio 04, 2006

veintiseis

Un Domingo como hoy, hace cuatro semanas, mi primo Thomas y Grace, su nueva esposa, se fueron de luna de miel a uno de los destinos más lejanos y exóticos que existen: Fiyi.

En el convite de la noche anterior me entretuve saludando a mi frondoso árbol genealógico, y haciendo prometer a mis primas favoritas que nos teníamos que ver con mayor frecuencia, mientras que los asistentes a la boda no paraban de comentar asombrados, que había más invitados, más comida y más bebida que en ninguno de los eventos a los que nunca antes nadie había asistido.

Anoche, en torno a bastantes menos vituallas que en aquel festín, nos reunimos unos cuantos para celebrar un cumpleaños familiar y cumplir con nuestra promesa. Pensaba volver temprano a casa pero surgió una inusitada propuesta de Red Walter, a quien veo en contadas ocasiones, de seguir la noche con sus amigos. Siguiendo sus indicaciones, llegué al lugar pactado, y una vez dentro me presentaron uno por uno, a los extraños componentes la comitiva. Me sorprendieron en particular dos muy altas, y voluptuosas que hablaban como hombres. Qué grandes son tus amigas, dije, y Red Walter contestó, son grandes porque son mujeres que se han hecho a sí mismas.

Un par de gintocs más tarde, cuando ya me había hecho yo un lugar en el grupo, se acerca una mujer atractiva y sofisticada. Hola, me dice sonriendo, ¿te acuerdas de mí? soy Grace. A su lado, el más alto, y elegante del local: Thomas. Les pregunté por Fiyi, su nueva vida en pareja y en cuestión de minutos la conversación se había extinguido. Recurrí a Red Walter para oxigenar un poco la situación, quien tras cuatro monosílabos no tuvo mejor ocurrencia que introducir a sus, nuestros, singulares acompañantes.

Me tomó aproximadamente tres cuartos de hora sintetizar en una sola frase una explicación verosímil; para entonces, Grace y Thomas ya no estaban. Me alegré de la lentitud en mis reacciones como nunca antes, porque anoche, por primera vez, yo fui más.

jueves, junio 01, 2006

veintinueve

Ya es un ritual acercarme al banco el primer día de cada mes para consignar lo correspondiente al alquiler y aprovechar la ocasión para dar un paseo por el barrio.

En el quiosco de la prensa saludo a Tere y recojo las últimas entregas del coleccionable que ella me guarda rigurosamente. Paso por la droguería para comprar jabón, desodorante, pasta dentífrica y escuchar los progresos de Almudena con su régimen alimenticio. Saludo a mi tocaya de la pollería, comento el clima y pido media docena de huevos y una pechuga cortada en filetes. Le explico al de la tintorería que he vuelto a perder el recibo. Compro en la frutería de Walter unas manzanas Fuji y lo que hace falta en casa, y todo cargado me voy a desayunar lo de siempre en la cafetería de Jose para oír su ‘buenos días chavalote’.

En el camino de vuelta pienso siempre en la ascendiente prosperidad de mi vida social.